40 años con, 40 años sin

04.04.2015 18:27

Julián Casanova coordina un libro colectivo que pretende combatir los mitos del franquismo, junto con historiadores como Paul Preston, Ángel Viñas, Borja de Riquer y Enrique Moradiellos

elperiodico.com | Ernest Alos | 31-3-2015

El historiador Julián Casanova cree que España aún no ha conseguido reemplazar«la memoria del vencedor». Porque la escuela, dice, no ha estado a la altura -«ha faltado una cultura cívica de educación sobre la historia del siglo XX»- y aún menos la derecha política y mediática, «que al contrario de lo que ocurre en otros países, aunque se llama democrática, y puede serlo, tiene problemas para hacer una mirada libre de su pasado. Tantos, que al final no lo hace, convierte a los historiadores en sospechosos y, o alude a la quema de conventos, o saca la famosa coletilla de no remover el pasado». Así que, dispuesto a contribuir desde la divulgación histórica a «acabar con los mitos del franquismo» sin dejarse llevar por otros de signo contrario, tras la pedagógica revisión de la república y la guerra civil que hizo en España partida en dos (Crítica, 2013), el catedrático de la Universidad de Zaragoza ahora ha coordinado un volumen colectivo, 40 años con Franco (Crítica), con idéntica motivación.

Con breves ensayos de no más de 30 páginas cada uno, el propio Casanova, Ángel Viñas y Borja de Riquer repasan respectivamente el nacimiento, el apogeo y la crisis e imposible continuidad del franquismo, Paul Preston y Carlos Gil Andrés dibujan las biografías de 11 de sus protagonistas, Mary Nash, José-Carlos Mainer, Agustín Sánchez Vidal y Enrique Moradiellos ponen el foco en las huellas de la dictadura en la mujer, las letras, el cine y la historiografía e Ignacio Martínez de Pisón hace un balance de la democracia y la transición (estamos a punto de llegar al punto en que España habrá pasado los mismos 40 años con Franco que sin él, un momento que ha estimulado la publicación de otras obras sobre la memoria de la dictadura como La cripta de Franco, de Jeremy Treglown (Ariel) oHistorias para después de una guerra, de Michael Richards (Pasado & Presente).

Un primer mito: para Casanova «la gran peculiaridad» de la historia de España en el siglo XX no es la guerra civil (casi todas las democracias europeas de los 30 también cayeron violentamente) sino que «España se pierde, de 1945 a 1975, como consecuencia del franquismo, las tres décadas en que la democracia se convierte en un bien universal, en Europa con sociedad civil fuerte, educación y sanidad». Hasta 1975, insiste Casanova. «Esta imagen de que Franco es un modernizador, cualquier imagen que coloque al a dictadura como un régimen abierto... en 40 años hubo un montón de gente que no pudo volver, nunca hubo un levantamiento de la censura, y por supuesto hay garrote vil en el 74 y fusilamientos en el 75. El 70% de los expedientes del Tribunal de Orden Público se producen entre 1974 y 1976».

El infausto diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia realimentó un debate: ¿fue el franquismo una dictadura fascista y totalitaria, un régimen autoritario...? «Hemos llegado a un acuerdo, que el régimen de Franco tiene una época de fascistización y a partir de 1944 está clarísimo que tiene más fuerza el término nacionalcatolicismo que fascismo».Otro punto de debate. ¿Cuál fue el verdadero alcance del antifranquismo, y de las bases sociales que sostenían al régimen?«La imagen de que unos señoritos militares y oligarcas apoyados por la Iglesia católica triunfan y someten a un pueblo como el español es muy tranquilizadora, pero hay una base amplia de excombatientes que castiga, delata e informa, y muchos que agradecen a Franco la tranquilidad que se consigue a través del miedo y la vigilancia. El desarrollo de los años 60 amplía la base social del franquismo pero con ello hay una sociedad en movimiento que provoca un cambio en el sindicalismo, en la que la Iglesia empieza a disentir por primera vez en toda la historia de España... y el franquismo empieza a entrar en una especie de desintegración».

Y el libro acaba hablando no de 40 años con Franco sino de 40 años sin él. El debate sobre la memoria histórica ha derivado en un segundo debate sobre la democracia y la transición. «Hay dos lecturas políticas actuales muy claras: una, que la transición no se toca, con el mito de que creó por primera vez en la historia de España una reconciliación, y la otra, que los vicios de la democracia actual son vicios de la transición. Y hay una lectura diferente, que la transición fue muy complicada, que hubo miedos, presiones y conflictos y que se hizo la transición que fue posible, y que los vicios de la democracia son vicios nuestros, que hemos tenido 40 años para solucionar».